La invasión acecha y no hay quien lidere la defensa.
El ataque de Tamas a Kez termina en un desastre cuando queda detrás de las líneas enemigas, con una facción de su ejército, sin suministros, ni la esperanza de recibir refuerzos. Tamas deberá guiar a sus hombres en una temeraria marcha para defender a su país de un dios enfurecido, Kresimir.
En Adro, el inspector Adamat busca desesperadamente rescatar a su esposa. Deberá rastrear y enfrentarse al enigmático amo de Lord Vetas.
Los generales de Tamas pelean entre sí, las brigadas continúan perdiendo terreno, y Kresimir quiere la cabeza de aquel que se atrevió a dispararle en un ojo. A Tamas y sus Magos de la Pólvora se los supone muertos, y Taniel Dos-Disparos se ha convertido en la última línea de defensa contra el avance del ejército de Kremisir.
Adopest ha caído en las peores manos. El Mariscal de Campo regresa a Adro para encontrar que, por primera vez en la historia, la capital está dominada por un invasor extranjero. Su hijo ha desaparecido y Tamas debe reunir las fuerzas que le quedan para vencer a Kez.
El ejército está dividido. Las fuerzas de Kez no les dan tregua y la cúpula superior de Adro se ha vuelto contra sí misma. Alguien está vendiendo sus secretos. El inspector Adamat busca al traidor, pero a medida que desentraña la conspiración descubrirá una verdad aterradora.
Mientras, Taniel-Dos-Disparos, el mago de la pólvora que le disparó a un dios, huye. Lo persiguen hombres a los que consideraba sus amigos. Deberá salvaguardar el único recurso posible para defender la nación de Kez.
Si fracasa, todo estará perdido.