Nos encontramos, por un lado, ante un valioso testimonio sobre la manera de concebir una campaña electoral durante la República romana, que no dudaron en aprovechar sus contemporáneos, con Julio César a la cabeza. Pero también tenemos en Quinto Tulio Cicerón a una especie de hábil director de campaña que sabe cuáles son las claves para ganar las elecciones, dejando en un segundo plano el debate ideológico o los programas políticos, para centrarse en la lucha por el poder y en los mecanismos para conseguirlo, como ofrecer una buena imagen, buscar apoyos, adaptarse a lo que quiere el público o atacar a los rivales.