Sin embargo, el desplome de la cotización internacional del crudo en 2015, al que Ecuador llegó con un espacio fiscal muy reducido, originó un cambio de ciclo que plantea grandes interrogantes para el país. Los vientos de cola que impulsaron la expansión económica post-dolarización han desparecido, y el gobierno se está viendo forzado a reorientar la dirección de sus políticas públicas. Ecuador debe encontrar la manera de volver a adentrarse en una senda de crecimiento robusto que permita sostener y profundizar los avances sociales logrados desde el cambio de siglo. Ello requiere completar el proceso de ajuste fiscal y macroeconómico, tratando de minimizar su impacto sobre el crecimiento. Pero también requiere impulsar un cambio en la composición del crecimiento de la economía, aumentando la contribución al mismo de la inversión privada en un momento en el que existe poco espacio para que el gasto y la inversión pública sigan expandiéndose. En esta transición hacia un nuevo patrón de crecimiento, la política social también debe jugar un rol importante para mitigar el riesgo de que la difícil coyuntura macroeconómica por la que atraviesa el país se traduzca en un aumento de la incidencia de la pobreza.
El presente documento ofrece una visión sobre cómo Ecuador podría sentar las bases para que su economía recupere el ritmo de crecimiento que el país necesita para seguir mejorando las vidas de sus ciudadanos. A tal efecto, se plantea un menú de intervenciones articuladas en torno a tres objetivos estratégicos: (i) fortalecer las finanzas públicas; (ii) dar continuidad a los avances sociales de la última década; iii) aumentar la productividad y fomentar el desarrollo del sector privado.
Ecuador tiene un futuro promisor por delante, y el BID estará apoyando ese futuro desde las políticas públicas del presente, con énfasis en lograr la aceleración del crecimiento y del bienestar con una decidida contribución del sector privado.