Francisco González Ledesma aporta una voz única a la novela negra española, al unir en su mirada el costumbrismo, el retrato de los barrios más humildes de Barcelona, la simpatía por los perdedores y un sentido del humor memorable. De la mano del inspector Méndez el lector podrá pasear por las calles de nuestros padres en un acercamiento muy humano al pasado, con todos los recuerdos que ello puede evocar.