Bryan Stevenson fundaba por aquel entonces la Iniciativa por la Igualdad de la Justicia, un bufete de abogados dedicado a defender a los que más lo necesitan: los pobres, los niños, los condenados injustamente, los atrapados en los confines del sistema judicial de Estados Unidos. El de McMillian fue uno de sus primeros casos, y le llevaría por un entramado de maquinaciones políticas y racismo estructural que transformaría para siempre su forma de entender la justicia.